LAS ESTACIONES DE LA ROPA (I)

FALLOS QUE SE SUELEN COMETER CON EL CAMBIO DE TEMPORADA: EJEMPLOS PRÁCTICOS

Para abordar un tema tan complejo como es el cambio de ropa de temporada, El Caracol ha decidido empezar por el final, observando los resultados de tan colosal tarea para detectar posibles fallos y estudiar cuales son las mejores opciones para solventarlos.

Hemos de advertir que, tantos los fallos como las posibles soluciones, son de aplicación en el paso del frío al calor y a la inversa, por eso os vamos a presentar una serie de de entradas del cambio de temporada que os van a ser siempre útiles, ya que pensamos que lo correcto es contemplar y analizar este cambio con toda vuestra ropa y en todo momento.

FALLOS QUE SE SUELEN COMETER CUANDO PROCEDEMOS AL CAMBIO DE TEMPORADA

01 PRECIPITACIÓN / RALENTIZACIÓN DEL CAMBIO DE TEMPORADA

Tanto en primavera como en otoño es frecuente que de repente el clima de un giro de ciento ochenta grados y durante unos días el tiempo se convierta en un preludio de lo que vendrá después.

En ese momento suena en nuestro interior una pequeña alarma para recordarnos que se acerca el tan temido cambio de temporada, pero si el cambio de temperatura se precipita mucho antes de lo esperado, será una estridente sirena la que nos apremie a llevarlo a cabo cuanto antes.

Veamos algunos ejemplos:

  • Este año la Semana Santa se celebra a finales de marzo y a pesar de caer tan temprano, todas las previsiones meteorológicas coinciden en que va a hacer un tiempo espléndido.
    • Resultado: proyectamos muy pronto el cambio de ropa.
  • El tiempo se ha vuelto loco, no se si será cosa del cambio climático, pero no es normal que a mediados de abril tengamos ya temperaturas de verano. ¡Que calorazo!
    • Resultado: a mediados de abril ya estamos metidos en harina con el cambio de ropa.
  • Estamos a finales de mayo y el tiempo es tan ideal, que ya he dicho adiós a las medias y me atrevo a ir con tirantes y pantalones cortos, espero que la borrasca de la que todo el mundo habla pase sin pena ni gloria, porque se prevé una caída de las temperaturas en más de diez grados.
    • Resultado: si la borrasca llega me pillará sin medias y con tirantes, porque la ropa de más abrigado está ya bien guardadita.
  • Es típico: si a finales de agosto caen dos tormentas despídete del calor, ya que septiembre se nos presentará bien fresquito.
    • Resultado: en previsión, a principios de septiembre comenzamos el cambio de temporada.
  • Estamos en octubre, cuando menos lo esperemos se nos presenta el frío de golpe, pero de momento se está tan a gusto con este calorcito.
    • Resultado: vamos dejando pasarlos días confiando que el buen tiempo sea eterno, hasta un día y sin avisar el tiempo se tuerce y no tenemos apenas con que abrigarnos.
  • En octubre y en marzo nevando, ¡esto no pasaba desde hace un montón de años!
    • Resultado: o bien nos precipitamos con el cambio de temporada, o bien tomamos la decisión de alargar el cambio.
  • La semana que viene tenemos puente y aunque todavía no toca como no tenemos planes a la vista, estoy pensando en aprovechar esos días y hacer el cambio de temporada.
  • Resultado: proyectamos el cambio de temporada según nuestra disponibilidad de tiempo y no nuestras necesidades reales.

02 AMONTONAMIENTO

Aunque nos gustaría que el tiempo se estirase como chicle, no es así y a veces pensando de esta manera, nos embarcamos en una aventura que lamentándolo mucho, no suele terminar bien.

Es frecuente que nos invada la pereza, el desánimo, un tremendo pánico o ese instinto práctico de ¡para que hacer algo que en breve tendremos que volver a deshacer!

Volvamos a nuestros ejemplos, que tan bien nos pueden ilustrar las situaciones:

  • Atención: ¡planazo para el puente de mayo! Hacer el cambio de armario. El problema es que los días no son tan largos como parecen, al margen de mil planes de última hora, que hacen imposible el poder finalizar tan titánica labor.
    • Resultado: nos quedamos a medias.
  • Con tanta boda y comunión tengo todos los fines de semana comprometidos. Hasta bien entrado junio, aunque haga calor no voy a poder hacer el cambio de armario, así que este año no me queda más remedio que hacerlo a ratitos.
    • Resultado: nos pilla el calor, seguro.
  • Entre lavar la ropa que saco y la que voy a guardar, tengo un lío de plancha, tendedero y cajas de almacenaje tremendo. Voy a ir dejando aquí la ropa limpia y ahí la pendiente para no hacerme un lío, porque en el armario no me cabe todo.
    • Resultado: Vamos a convivir durante un largo tiempo con dos enormes montones de ropa.
  • ¡Que suerte tener una habitación de invitados!, así puedo ir dejando todo allí mientras hago el cambio de ropa.
    • Resultado: Será mejor que durante un tiempo no tengáis invitados, o se vayan a un hotel a dormir.
  • ¡Vaya! Se me ha pasado el verano sin darme cuenta y al final se ha quedado un montón de ropa ahí encima, bueno ya para lo queda no merece la pena guardarla, si en breve me la voy a volver a poner.
    • Resultado: la ropa de temporada se vuelve nuestra mascota y nos acompaña durante gran parte del año.

03 MEZCLA

Como ya hemos dicho el clima no es el mejor aliado para los cambios de temporada, podemos achacarlo al cambio climático para sentirnos mejor, pero no nos engañemos, si todos lo años nos ocurre lo mismo, ¿tal ver nuestra falta de planificación tenga algo que ver?

Ser más de uno no facilita, precisamente nuestro cambio de temporada, multiplicar por uno, dos, tres…viene a complicar nuestra ardua labor.

Ilustrémonos con algunos ejemplos:

  • Veamos…estoy pensado que este año voy a empezar con mi ropa, ya que soy la que tengo más y así me quito lo más gordo primero. Total si los chicos se apañan con cualquier cosa. ¿Será que a ellos no les afecta el calor/frío?
    • Resultado: esta temporada en tu casa, más de uno y de dos van a pasar frío o calor, según toque.
  • Estoy en una disyuntiva, si saco primero la caja de pantalones luego no voy a tener con que conjuntarlos, porque si no recuerdo mal las camisetas y blusas las puse en otra caja junto a los pijamas. Tengo que sacar las dos a la vez, no me queda más remedio.
    • Resultado: o empantano la casa para ir conjuntada o voy a ir con medio cuerpo frío y el otro caliente.
  • No sé que voy a hacer con todos estos pantalones, total quedan un par de semanas de frío y luego va a venir de golpe el calor, estoy por sacar un par de cortos por si acaso. ¿Y si meto ya todos?, es que me va a pasar lo de todos los años, al final todo no me cabe en el armario.
    • Resultado: Recemos porque venga el calor, de lo contrario poco servicio me harán mis pantalones cortos.
  • ¡Ufff se me echó el tiempo encima! creí que en una tarde organizaba la ropa del peque, mejor será que me lleve todo esto a mi habitación y lo deje junto a mi ropa pendiente y a ver si la semana que viene puedo sacar un hueco.
    • Resultado: ni tu peque, ni tú tendréis que poneros, al margen de tener decoración extra en tu habitación durante una buena temporada.

04. FALTA DE DISPONIBILIDAD

A veces nos puede el ansia de tener todo organizado cuanto antes y dejarlo preparado para el verano o para el invierno, dejándonos llevar por el cambio de tiempo o por nuestra falta de disponibilidad para hacer las cosas con calma.

Los planes surgen cuando menos te lo esperas y te das cuenta que no tienes lo que necesitas a mano.

Una vez más, recurramos a situaciones de nuestro día a día para ilustrarlo:

  • Ha sido buena idea empezar con mi ropa, al fin y al cabo soy la que más tengo y ¡que narices! soy la que lo hago todos los años. ¡Ah! que os acaban de decir en el cole que este finde os vais de excursión y como va a hacer calor necesitáis los pantalones cortos.
    • Resultado: O tu hijo se pierde la excursión o te pasas la tarde del viernes buscando pantalones cortos.
  • ¡Menudo lío de tiempo! con el calor que hacer, resulta que saco deprisa y corriendo toda tu ropa de verano y encima no te vale nada. ¿Y dices que es mañana la excursión?
    • Resultado: Tu hijo va a la excursión hecho un cromo con una talla menos de pantalón y el ombligo al aire.
  • ¡Madre mía que frío tengo en la cama!, se han desplomado los termómetros de un día para otros, ni me molesto en mirar en el cajón de la cómoda, la semana pasada guardé ya todos los pijamas de manga larga.
    • Resultado: O te congelas o te haces un chal improvisado con la mantita del sofá.
  • ¡En serio nos vamos a la playa! Que genial, pero, ¡uf!, aún no he sacado la ropa de verano. Bueno, no es para tanto me subo a la escalera, abro la tapa de la caja y curioseo lo que haya dentro, total si queda manga por hombro no pasa nada, ya va a llegar el calor para quedarse.
    • Resultado: el calor finalmente no se queda, y las cajas quedan hechas un amasijo de ropa que después harán aún más tedioso el cambio de temporada.

AHORA, LLEGA EL MOMENTO DE PENSAR EN TI

¿TE INDENTIFICAS CON ALGUNA DE ESTAS SITUACIONES?, ¿y CON SUS RESULTADOS?

Hemos querido reflejar en clave de humor las más que posibles situaciones en las que una persona se puede encontrar ante el cambio de ropa de temporada.

En El Caracol pensamos que sólo viendo cuales son nuestros fallos y los resultados que conllevan, podemos encontrar soluciones que nos faciliten el cambio de temporada y no lo hagan tan tedioso y complicado.

En nuestra siguiente entrada y de acuerdo a todos estas situaciones que os hemos expuesto, vamos a intentar delimitar un método que sea fácil, práctico y que no robe demasiado tiempo.

Para terminar recordad que para El Caracol Organizado no hay método único, ni infalible, pues dependerá de cada persona.

Por eso trabajaremos hombro a hombro, nosotras os daremos ideas, fruto de los fallos que en esta entrada hemos visto y será labor vuestra, para que llegue a buen término los cambios de temporada, adaptarlas a vuestras propias necesidades.

RECORDAD TENER SIEMPRE EN CUENTA A LA HORA DE PLANIFICAR VUESTRA ORGANIZACIÓN:

TIEMPO, PERSONALIDAD Y CIRCUNSTANCIAS DEL CONTEXTO EN EL QUE ESTEIS VIVENDO AHORA.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar